martes, 8 de diciembre de 2015

EN MANOS DEL MIEDO


Me cogiste de la mano una vez
y me llevaste tan lejos 
que desaparecí.
Me perdí en tus garras,
en el túnel 
que dibujaste para mi.


Tu capa oscura
me mantuvo oculta,
escondida,
aislada
de todo aquello que podía
transmitirme
el poder
de dejarte,
de olvidarte,
de separarme de ti para siempre.
Hasta que un día
me caí de bruces
y casi no consigo levantarme.
Tu no me diste la mano,
me dejaste inmóvil en el suelo,
esperando lo peor.
Pero yo lo logré.
Me puse de pie de nuevo
y entendí
que la vida a tu lado
sería mi fin.

sábado, 5 de diciembre de 2015

REGALA DESPERTARES


No pronunció palabra. Sólo escuchaba su latido mientras la vida le había traído un tesoro que podía ayudarlo a despertar. Había llegado inesperado, de un pariente lejano y eso lo enmudeció. 

Algo por dentro empezó a moverse. El gran puchero donde había condimentado miedo, culpa, fustigación, frustración. Ese puchero agonizante se empecinaba en hacer de su despertar un ocaso y nublar cualquier asomo de luz. 

Sin embargo, sus ojos de cristal empezaron a aguarse, incrédulo de que él mereciese semejante atención. El puchero entró en plena ebullición, persistente, intentando disuadirlo pero, aún con los brazos cruzados delante, no pudo evitar que un tímido arco en la comisura de su boca empezara a iluminar su tez, rasgada por una vida mal entendida. El fuego del puchero empezó, finalmente, a atenuarse hasta casi hacerse imperceptible. 

Silencio entre ambos. Estaba envuelto con ternura, con el amor con el que había sido enviado. No osaba tocar el papel plateado que lo protegía del exterior porque sabía que su interior le reclamaría una salida del pozo, lo empujaría a sacarse la negra etiqueta que lo había definido hasta ahora y permitiría su resurrección. 

Empezó con una leve caricia por encima del lomo como agradeciendo que hubiese llegado hasta él. La caricia se prolongó lenta como paralizando el tiempo. Sus uñas negras se atrevieron entonces a dar un paso más allá, a desenganchar el celo que descubriría el contenido tan ansiado y, a la vez, tan aterrador, porque representaría una nueva forma de presentarse al mundo. Con cautela, fue desprendiendo todas las barreras que lo separaban de él y al fin, libre, lo vio. Su libro, en blanco. El libro con la receta para dar a su vida un mejor condimento.